sábado, 3 de noviembre de 2012

Lectura N° 6 para evaluar la lectura de velocidad

Copia y pega el siguiente texto en la página del cronómetro para evaluar nuestra habilidad y destreza lectora. Recuerda comenzar a leer desde el título y hasta la referencia.





El hombre que comió diablitos

“A los 19 años, yo era un muchacho alegre, sin nadie que insistiera en mis deberes.

“Una vez me enteré que se celebraría un baile en el pueblo […] Por fin me decidí y salí de mi casa para ir al mentado baile […] Por todos lados se veían mujeres hermosas que  bailaban con gracia al sonar una banda […] Pero al poco rato se acercó un pelao que no me pintó tan mal y me dijo:

“—Ándele amigo, anímese, póngase a bailar.

“¡La pura vida!, decía yo de lo bien que la estaba pasando, aunque poco después me sentí algo mareado y muy hambriento.”

“Llegó el momento en que mi hambre fue insoportable, como no encontré nada qué comer pensé en regresar a mi casa para buscar algo. Sólo que antes de salir del lujoso salón miré hacia la puerta y me fijé en dos enormes barriles de madera que estaban ahí cerca. Olvidé por un momento a las mujeres y me acerqué a los barriles, disimuladamente me asomé a unos de ellos y ¡cuál sería mi sorpresa cuando descubrí que estaban llenos de tornachiles güeritos! Con el hambre que traigo, pensé, estos chilitos curados no están pa’ despreciarse.

“Cada tornachile me sabía a gloria y los rabitos los aventaba discretamente a la pista de baile.
“Buen rato me la pasé come y come y sin que nadie me molestara, pero de pronto me miró el hombre de la fiesta y se acercó muy asustado:
“—¡Hombre, amigo! —me dijo poniéndome la mano en el hombro— ¡váyase de aquí antes de que lo vean porque si no, olvídese!
“Yo no sabía de qué estaba hablando y le pregunté sorprendido, entonces él me explicó que me estaba comiendo la cría, y me hizo una seña para que me fijara en las mujeres de la fiesta.

“Las observé y me quedé tieso de susto. ¡Eran diablas!, hembras con cola y cuernos, aunque disimulados por el peinado y el vestido. Me dieron ganas de salir corriendo, sobre todo cuando vi los rabos en el piso. ¡Qué rabos ni que nada!, eran las colas de los diablitos que se retorcían en el suelo. De los diablitos güeros que yo había comido, hijos de aquellas hembras y de aquel varón a quien, finalmente, veía con cuernos y cola horribles, como pocos se lo imaginan.

“Sin hacer más preguntas me acerqué a la salida y cuando ya estaba afuera, se me ocurrió decir: ¡Ave María purísima!, y de inmediato aparecí en medio de una troje grande y un poco destruida… Ya no había salón, mujeres ni música. Para colmo, el rumbo hacia mi
casa se divisaba bastante lejos, no fue fácil el regreso.
“Desde entonces, desde aquel baile en el que calmé mi hambre con diablitos, padezco de un dolor de barriga que no se me quita nunca, ande con quien ande y vaya a donde vaya.”

Consejo Nacional de Fomento Educativo, ¿No será puro cuento?,
Serie Fomento Cultural, Consejo Nacional de Fomento Educativo,
México, Conafe, 1997.

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